La educación inclusiva se sitúa en el paradigma del modelo social de la discapacidad, un modelo que ve la discapacidad como la interacción entre las limitaciones de la persona y el entorno. Las aulas son los entornos donde debe desenvolverse nuestro alumnado y en muchas ocasiones son entornos con barreras que les impiden estar presentes, que les cierran la participación y que reducen sus logros. Minimizar este contexto discapacitante supone cambiar la metodología, la organización del aula y sobre todo la mirada. Sin esa mirada que ponga el foco en la persona, en el estudiante, sin esa mirada que vea capacidades y fortalezas, sin esa mirada que invita a una reflexión personal sobre los avances y los bloqueos es difícil empezar a caminar hacia la inclusión.
El reto actual al que nos enfrentamos los docentes es crear entornos de aprendizaje enriquecidos para ajustar una respuesta educativa inclusiva y de calidad a…
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