Transitamos tiempos a donde todo parece vivirse dentro de extremos. Para quienes tenemos la responsabilidad de educar, resulta muy difícil movernos entre situaciones que no logramos comprender. Algunos optan sencillamente por callar para evitar el conflicto o tener que comprometer una posición. Otros nos sentimos incómodos porque no estamos en un extremo ni en otro, pero también porque estamos convencidos de que esas posiciones no permiten educar el sentido crítico.
Voy a poner el problema que hoy veo en ejemplos. Como docente, siempre tomé la decisión de enseñar diversos enfoques acerca de un mismo contenido, alentando a mis alumnos a tomar posiciones fundamentadas para elegir cualquiera de ellos. En este camino, se trata de declarar la posición propia como opinión sin que ello implique presentar “verdades absolutas”, aunque sí argumentos y aportar experiencia. Afortunadamente, mis estudiantes toman posiciones que no coinciden del todo con la mía generando interesantísimos debates y…
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